El mausoleo acoge los restos de al menos 33.847 personas de ambos bandos: el vencedor y el perdedor en la Guerra Civil, según los registros de los monjes benedictinos. Franco pensaba que el complejo estaría construido en cinco años, pero fueron 18. Casi 20.000 hombres, muchos de ellos cautivos de guerra y presos políticos, recuerda Casanova, trabajaron en su construcción. El entusiasmo inicial para que las familias de “los caídos en la Cruzada” trasladaran sus restos fue cayendo y cuando los Ayuntamientos fueron requeridos por una circular para informar de la existencia de fosas en el municipio, muchos, como el de Cogul (Lleida), contestaron que sí tenían, “pero son caídos del Ejército rojo”. Franco decidió entonces alimentar su mausoleo también con restos de fosas de republicanos. Pero su discurso el día de la inauguración muestra que esa coincidencia no obedecía a un espíritu de reconciliación: “No sacrificaron nuestros muertos sus preciosas vidas para que nosotros podamos descansar. La antiEspaña fue vencida, pero no está muerta. Periódicamente, la vemos levantar cabeza”.
Preston es partidario de trasladar los restos del dictador fuera del Valle de los Caídos, como ha garantizado que hará el Gobierno. “Es una buena iniciativa porque mientras estén los restos de Franco, seguirá siendo un lugar de peregrinaje para los partidarios de su dictadura”. Santos Juliá no cree, sin embargo, que se pueda convertir el Valle de los Caídos en algo diferente. “Es imposible resignificarlo, pero tampoco es lógico que siga significando lo mismo. El mejor destino de ese sitio es su ruina. No volarlo, sino dejar que se derrumbe, que el tiempo lo devore, después de exhumar el cadáver de Franco y entregar los restos a su familia. Los benedictinos podrían ir a otro monasterio”. El historiador considera que hay consenso suficiente para trasladar los restos del dictador. "Ni al PP se le ocurre ya utilizar a Franco o el lugar público que ocupa como parte de su proyecto político". Y es partidario de construir en otro enclave un memorial para todas las víctimas, tanto las que murieron en un campo como en otro. “Es una cuestión de Estado”, afirma. “Si no se pudiera identificar a todos [los enterrados en el Valle de los Caídos] individualmente y las familias quisieran, podrían ir a ese memorial. Ahí, por supuesto, no caben los restos de Franco, porque no es una víctima, es el vencedor de la Guerra, pero sí los que murieron en los primeros meses bajo la autoridad del Gobierno de la República. La democracia no puede hacer lo mismo que la dictadura: recordar solo a los suyos. Y eso no significa una equiparación de nada”.
491 traslados
El Valle de los Caídos, en cifras
- Alberga los restos de al menos 33.847 personas, según los libros de los monjes benedictinos.
-Las obras comenzaron en 1941 y el monumento se inauguró 18 años después, el 1 de abril de 1959.
-Trabajaron en su construcción cerca de 20.000 hombres, muchos de ellos, presos políticos.
- La cruz que preside el complejo monumental mide 130 metros de altura.
- Según Patrimonio Nacional, el coste total de las obras de construcción del Valle de los Caídos fue de 1.086.460.331 pesetas (el equivalente a 247,5 millones de euros hoy).
Los traslados de cuerpos hasta el Valle de los Caídos empezaron en 1959 y terminaron en 1983. Hubo, en total, 491 operaciones de este tipo y los cadáveres procedían de fosas y cementerios de todas las provincias salvo Ourense, A Coruña, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife. De los restos inhumados en el mausoleo, 21.423 corresponden a víctimas identificadas y 12.410 a personas desconocidas, según la documentación de Patrimonio Nacional.
Casanova cree que es prioritario dar una solución a quienes tienen familiares enterrados en el Valle sin su consentimiento. En cuanto a qué hacer después, opina: “Se habla del ejemplo de la ESMA [centro de torturas de la dictadura argentina, hoy lugar de memoria], pero está en el centro de Buenos Aires. Esto está muy lejos. Creo que el Valle de los Caídos debería ser un monumento explicado. Es el mejor sitio para contar la simbiosis entre política y religión”. En cualquier caso, para el historiador el problema va más allá del mausoleo. “La democracia no ha sabido qué hacer con Franco ni en el Valle ni en los libros de texto. Es una anomalía tenerlo ahí, pero da igual sacarlo si no se aborda un cambio profundo en la enseñanza de la historia. Franco murió en la cama, 30 años después que los principales líderes fascistas, pero compartió con ellos crímenes e ideas. No puede blanquearse ese pasado”.
Preston opina que si la democracia no actuó antes fue “por miedo a las posibles reacciones de la derecha”. “El proceso de lavado de cerebro nacional que se hizo en el franquismo ha dejado unas generaciones que todavía tienen una visión muy positiva del dictador”, apunta. Hoy, “con las reformas propuestas y una obra de educación” cree que sería posible democratizar el Valle de los Caídos. “Podría ser a la vez un museo, un centro explicativo y un lugar de reconciliación, ya que es un lugar donde hay cadáveres de víctimas de ambos bandos de la Guerra Civil española”.