jueves, 21 de abril de 2016

¿Qué es un insulto?


Sí buscamos la palabra insultar en la RAE la primera acepción nos dice que insultar es: "Ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones". Se puede entender entonces que hay muchas formas de insultar, no solo con  palabras ofensivas y mal sonantes estaremos insultando a alguien. esto claro, según la Real Academia Española.

Pongamos un ejemplo, si un amigo sabe que un servidor es de Podemos y por las redes sociales comparte información que no se corresponde con la realidad, como por ejemplo decir que en las encuesta Podemos está bajando en la intención de voto para criticar así a la formación morada, tal vez mi amigo me esté insultando (irritándome con palabras y acciones). Que Podemos ha bajado en intención de voto es una verdad a medias, ya que todo el mundo sabe que las encuestas nos han estado mintiendo durante toda la campaña pasada, y así lo están haciendo en la actualidad. Existen encuestas que alzan a la formación de Iglesias al segundo lugar:
http://www.expansion.com/economia/politica/2016/04/17/571341bfe5fdea3c228b45cb.html
De todas formas, las encuestas uno se las pasa por el arco del triunfo: Podemos se puede descalabrar o no. Nadie sabe nada y las encuestas últimamente han demostrado no ser fiables. Un servidor que está seguro de que con las encuestas nos quieren manipular, piensa que el que se hace caso de esas informaciones sesgadas sin analizar la situación, no tiene criterio propio, o que sencillamente es un incauto. No creo que esta opinión sea un insulto sino al revés; cuando me refiero al criterio propio me estoy refiriendo a que las informaciones sesgadas nos llevan por mal lugar, e incauto significa según la RAE:  "Ingenuo, cándido, que no tiene malicia".

También los seguidores de Podemos, tenemos que cargar con un gentilicio creado para ofender: podemitas. Creo que un servidor tiene todo el derecho a obrar como crea conveniente cuando se comparte por las redes sociales dicha acepción. El que me busca me encuentra, ese es uno de los tantos defectos con que el divino me ha maldecido, que se le va a hacer. Uno es tan cabezón como los anti-podemitas y está en todo su derecho a mostrar su cabezonería por Internet.

A veces nos ponemos muy "fisnos" y solo vemos la paja en el ojo ajeno, esto también me lo puedo aplicar. Y como un servidor tampoco tiene criterio propio, tengo el placer de compartir un artículo sobre esa acepción que está causando furor entre los incautos (que no tienen malicia):



              Podemitas o podemistas

El sufijo ‘-ista’ refleja que alguien está a favor de una idea o una persona, mientras que ‘-ita’ nos sugiere una relación religiosa
Alex Grijelmo

Los miembros de Podemos reciben el nombre de “podemitas”, pese a que nadie ha acudido a ese mismo recurso derivativo del idioma para decir “ciudadanitas” o “upeyditas”. Y resulta curioso que se deseche la opción más productiva en español en estos casos: el sufijo -ista (en vez de -ita), que nos daría “podemistas”.

En efecto, el elemento -ista forma adjetivos que se refieren a los partidarios de alguien o de algo (“peronistas”, “anarquistas”, “peneuvistas”, “ugetistas”), si bien no todas las organizaciones han dado lugar a esa sufijación (no decimos ni “pepeístas” ni “ccooístas”). También construye términos que marcan a quienes muestran un aspecto cualitativo relacionado con la raíz (“vanguardista”, “machista”). Y produce sustantivos que nombran una profesión o práctica (“dentista”, “senderista”) y a los que forman parte de lo señalado en la base (“asambleísta”, “congresista”).


En cambio, -ita no ha dado mucho juego en español. Apenas unos raros gentilicios (“moscovita”, “vietnamita”, “sodomita”, “selenita”, “monclovita”...) –algo que -ista no tiene a su alcance–; contadas derivaciones de antropónimos (“semita”, de Sem; “amonita”, de Amón…), ciertos galicismos (“alauita” o “sefardita” en vez de alauí o sefardí, por ejemplo), y algunos vocablos de la química y la mineralogía (“trilita”, “magnetita”…; y también “amonita”, pero en este caso procedente de “amonio”). Poco o casi nada si se compara con la potencia reproductora de -ista.

Nótese por tanto que -ista refleja que alguien está a favor de una persona o una idea, mientras que los usos comparables de -ita nos sugerirán más bien una relación religiosa entre la idea o la persona y sus seguidores. No decimos “marxita”, ni “centrita”, por ejemplo, pero sí “cenobita” o “carmelita”.

Los fenómenos lingüísticos que se repiten suelen producir una gran fuerza analógica que afecta a los términos similares

El sufijo -ita se usó también para formar palabras que designaron algunas corrientes que en su día no le gustaban a la Iglesia, como “maronita” o “jesuita” (sin olvidar el influjo de “sodomita” en su significado sexual). En el caso de la Compañía de Jesús, el término nació ya con un tinte despectivo, en el siglo XVI, para descalificar a quienes se apropiaban del nombre del hijo de Dios.

Los fenómenos lingüísticos que se repiten suelen producir una gran fuerza analógica que afecta a los términos similares que vengan después. Esa relación se puede atisbar hoy al vincular “jesuita” con otras derivas igualmente poco gratas para el catolicismo: “ismaelita”, “husita”, “israelita” (no confundir con “israelí”).

A partir de todo eso, “podemita” (que también suele aparecer en contextos críticos y despectivos) no connota a Podemos como un grupo de ideas, sino de creencias; y quizás prospera ese adjetivo porque, gracias a la relación subliminal que nos provocan las palabras parecidas, se nos presenta así sutilmente a este partido como una nueva desviación de la fe verdadera.  (El País)