jueves, 22 de junio de 2023

El Capitán Antonio Balas Lizárraga


 Por Daniel Ponte Balas.

Pequeño ejercicio de memoria histórica:

El Capitán Antonio Balas Lizárraga 

Babilafuente (Salamanca), 26/06/1901 - Badajoz, 22/06/1979.

Hijo de un capitán de la guerra de Cuba y de una mujer vasca que falleció al poco de nacer él, se alistó voluntario el ejército español en 1920, tras la disolución del Cuerpo de Correos, cuya oposición había aprobado.

Tras 15 años de servicio impecable (tanto en España como en África), la concesión de dos ascensos (a cabo en 1921 y a sargento en 1924) y la , se preparaba en la academia de Ávila para la obtención del empleo de Teniente. En las vacaciones de 1936, ya sabemos todos lo que pasó, así que, acerca de todo lo que voy a contar a partir de ese momento, siempre habrá alguien que lo ponga en duda, como hacen ciertos pseudohistoriadores con todo lo que tenga un poso mínimo de memoria histórica. 

Debido a su concepción del honor (un valor que rara vez se muestra con independencia de las ideas), se manifiesta en contra de la sublevación militar, por lo que al día siguiente de producirse esta, es ascendido a Brigada. 

Ante el avance de las tropas sublevadas, el 13 de Agosto de 1936, es destinado a Lobón a la búsqueda de fuerzas para la defensa de Badajoz. 

Allí se produce un hecho que yo califico de heroico, pues en ciertas circunstancias, cumplir con ciertos valores humanos, debe ser considerado de tal modo. 

Alrededor de 30 personas habían sido encerradas en dependencias del ayuntamiento (el cura, el secretario del ayuntamiento, el juez municipal, el jefe local de Falange Española, y demás personas consideradas de derechas).

Un grupo de milicianos (parece ser que foráneos, que querían pasar en dirección Madrid) quiso quemar dichas dependencias con los presos dentro, ante lo cual, pistola en mano, el entonces Sargento Balas les dijo: ¡Para defender la República, alistaos en el ejército!

Tras esto, obtuvo las llaves del recinto y se las dio a los presos para garantizar su libertad. 

La guerra siguió su curso y, tras numerosos episodios (unos más alegres y otros más penosos), terminó junto a su hermano (el Comandante José Balas) en el puerto de Alicante. 

Campos de concentración. Pena de muerte (que pudo evitar gracias al citado episodio y que sí se cumplió en el caso de su hermano). Cadena perpetua. 12 años de prisión. 4 años de prisión. 

Su mujer, Balbina Terrón De la Cámara, que tuvo que buscar entre los cadáveres —aquellos que la matanza efectuada por las topas sublevadas en Badajoz había dejado por las calles— para ver si alguno de ellos era su marido, consiguió salvarle la vida a él buscando pueblo por pueblo a todas las personas a las que su marido había salvado para que testificaran en su favor. 

Volvió de la cárcel de Sigüenza en 1943 (aunque tuvo que presentarse en comisaría una vez por semana durante muchos años) y pudo continuar su vida como ex-sargento expulsado de ejército sin pensión de ninguna clase, sin sus condecoraciones, trabajando como agente comercial aquí y allá hasta muy avanzada edad pero siempre disfrutando de su esposa, sus hijos y sus nietos. Personalmente, me alegro de que pudiera vivir la muerte del dictador que le arrebató prácticamente todo lo que había logrado construir (no sé si el se alegraría, no me importa si lo hizo).

El gobierno de la transición quiso tener un gesto con los militares de la República y les concedió la restauración de su honor y de su rango obtenido durante la guerra además de una pequeña compensación económica en 1976. 

Por pura casualidad comencé este dibujo hace algunas semanas a partir de una fotografía tomada entre 1929 y 1931. 

Casualmente, a parte de un extraordinario jugador de ajedrez, Don Antonio Balas, era un gran dibujante. No sé si habré heredado sus habilidades (desde luego en el ajedrez no) pero ojalá pudiera darme su opinión.