viernes, 20 de noviembre de 2020
Andrés Trapiello: “No hay vidas más importantes que otras, hay vidas bien o mal contadas“
martes, 10 de noviembre de 2020
La Comisión Europea avala la orden del Gobierno contra la desinformación
La Comisión Europea ha avalado este lunes el protocolo del Gobierno español para luchar contra la desinformación, incluido en una orden ministerial publicada el pasado jueves. "El objetivo de la orden ministerial es garantizar la participación de España en el plan de acción de la Unión Europea contra la desinformación”, ha indicado en Bruselas el portavoz de la comisión, Johannes Bahrke. El visto bueno europeo al sistema español para prevenir, detectar y responder a las campañas de desinformación llega tras las quejas planteadas la semana pasada por el PP y Ciudadanos que acusaron al Gobierno de crear un “Ministerio de la Verdad” para decidir sobre los contenidos informativos y marcar la actuación de los medios de comunicación.
Bahrke ha recordado que la orden se limita a “actualizar el sistema nacional ya existente para prevenir, detectar y responder a las campañas de desinformación y establece las estructuras de coordinación”. En su opinión, el protocolo español “provee los instrumentos y los actores que garantizan la participación de España en los diferentes instrumentos establecidos por el Plan de Acción [de la UE] contra la Desinformación de 2018”.
El plan europeo estableció un Sistema de Alerta Rápida que dispara las alarmas en tiempo real cuando detecta campañas de desinformación que tengan como objetivo desestabilizar a la UE o a sus Estados miembros. Según el plan, cada país debe designar un punto de contacto, de acuerdo con su propia estructura institucional, para compartir las alertas con las autoridades nacionales de los otros socios europeos y garantizar la coordinación con la Comisión Europea y con el Servicio europeo de Acción Exterior. Bruselas considera que la nueva orden ministerial, que actualiza la aprobada en marzo de 2019 (de la que se informó a Bruselas, aunque no se publicó en España), “garantiza la participación de España en esos mecanismos de coordinación”.
El objetivo del mecanismo europeo es “facilitar que se compartan datos y valoraciones y coordinar la identificación del origen de las campañas de desinformación y la respuesta que se da”, señala una fuente comunitaria. La colaboración de todas las autoridades nacionales y de los organismos europeos permite, según esa misma fuente, “garantizar una mayor eficiencia de tiempo y de recursos en la respuesta”.
Desde 2014, la UE considera que las campañas de desinformación forman parte de la guerra híbrida que Rusia llevó a cabo en Ucrania, donde se combinó la agresión militar y la ocupación de una parte del territorio (Crimea) con un bombardeo de informaciones presuntamente falsas o manipuladas. Bruselas creó entonces una unidad (East Stratcom) destinada expresamente a rebatir las informaciones diseminadas por medios próximos al Kremlin.
Tras el conflicto ucraniano, la Comisión Europea redobló el contraataque para neutralizar la propagación de fake news durante las campaña de las elecciones al Parlamento Europeo en 2019. Y desde el inicio de la pandemia, ha vuelto a intensificar las medidas contra la posible intoxicación informativa.
En 2018, la Comisión instó a todos los Estados miembros a establecer planes y estructuras nacionales para detectar y contrarrestar las campañas de desinformación. En respuesta esa petición, el gobierno de Mariano Rajoy adoptó en marzo de 2019 el procedimiento de actuación contra la desinformación, pero no hizo público su contenido. Ese documento, actualizado por el Gobierno actual, se publicó en el BOE la semana pasada, lo que desató una tormenta de acusaciones desde la oposición.
El líder del PP, Pablo Casado, aseguró que denunciaría el procedimiento en las instancias europeas, en una repetición de los movimientos iniciados contra la reforma del Consejo General del Poder Judicial. En aquel caso, tanto la Comisión Europea como el Consejo de Europa reaccionaron de inmediato y advirtieron al Gobierno de que el proyecto de reforma del CGPJ podía contravenir los estándares europeos.
El viernes pasado, la Comisión Europea indicó que analizaría el protocolo contra la desinformación en el marco de la revisión que lleva a cabo de las medidas excepcionales adoptadas durante la pandemia. El organismo había interpretado que la orden se había aprobado ese contexto, error que de facto ha corregido este lunes al reconocer que el protocolo español respondía, precisamente, a la petición cursada por Bruselas en 2018.
Por su parte, la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, ha defendido este lunes el plan del Ejecutivo contra las campañas de desinformación, alegando que no tiene “absolutamente nada que ver” con la libertad de prensa, ideológica y de expresión de este país.
Tras una visita a la Fundación Pablo Iglesias, la ministra ha recalcado que el Gobierno “no tiene una sola mácula en relación a los medios de comunicación” y ha reprochado “a la derecha” que “se ha puesto de moda que cualquier cosa que no entiende o que no acepta va a Europa”. En su opinión, es una actitud “bastante poco entendible”, y se trata de hacer lo mismo que ya se hace en el resto de Europa.
"Hemos visto a grandes cadenas de televisión retirar en directo una información que consideraban que no era real para su población [en referencia a la interrupción de la emisión de la rueda de prensa de Trump en la que acusaba de fraude electoral] Estamos viviendo en un tiempo en el que en cualquier lugar del mundo la mentira se convierte en información y las democracias tienen que luchar contra esto porque forma parte de nuestro derecho constitucional”, añadió Calvo.
La vicepresidenta ha explicado que el Congreso de los Diputados “lleva años" intentado llevar a cabo un plan con este fin y que se trata de combatir “mentiras que desinforman, confunden y pueden alterar el funcionamiento cotidiano de la libertad de opinión, de prensa, ideológica". Lo están haciendo otros países europeos tenemos nosotros que hacerlo, ha insistido Calvo antes de preguntarse: “¿Hay algún partido político que no quiere luchar contra las calumnias para que nuestra democracia sea útil y esté limpia? El Gobierno no tiene dudas”.
El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, también se ha manifestado en una entrevista concedida al diario argentino Página 12 antes de su viaje a Bolivia. Iglesias ha vuelto a cargar contra los medios de comunicación: “Tienen una línea editorial que está determinada por la estructura de propiedad que hay detrás, pero hasta hace un tiempo había una pretensión de verosimilitud, de cierta deontología; hoy en día, los poderes mediáticos que trabajan junto a la ultraderecha asumen que es legítimo mentir”. En su opinión, “la mayor amenaza para nuestros sistemas democráticos es la ultraderecha golpista y el comportamiento de determinados poderes mediáticos que desprecian la verdad”.
Por otra parte, la titular de Defensa, Margarita Robles, ha subrayado que “a ningún Gobierno, y mucho menos en democracia, le corresponde velar por lo que dicen los medios de comunicación". En declaraciones a Antena 3, la ministra ha reconocido que “quizá no se ha explicado bien” el protocolo contra la desinformación. Y ha subrayado que una cosa son las noticias falsas, que es responsabilidad de los medios de comunicación vigilar, y otra las campañas que “de manera organizada y maliciosa pretenden poner en cuestión instituciones democráticas”.
viernes, 6 de noviembre de 2020
El Gobierno vigilará las redes y dará una “respuesta política” a las campañas de desinformación
El Gobierno hará una monitarización permanente de las redes a la búsqueda de noticias falsas y dará una “respuesta política”, estudiando la adopción de medidas de represalia, cuando se pueda atribuir a un Estado extranjero la autoría de una campaña de desinformación contra España. Así figura en el Procedimiento de Actuación contra la Desinformación, aprobado el pasado día 6 por el Consejo de Seguridad Nacional y publicado este jueves en el BOE por orden del Ministerio de la Presidencia.
El documento prevé la posibilidad de realizar campañas de comunicación para contrarrestar las noticias falsas, aunque no de censurarlas, pero deja en las manos exclusivas del Gobierno la potestad de decidir qué es desinformación. El protocolo actualiza el vigente desde marzo de 2019, que no se hizo público, y regulariza una actividad que se inició ya bajo el Gobierno de Mariano Rajoy.
La orden parte de la base de que el uso de noticias falsas dirigidas a desestabilizar un país o interferir en su opinión pública por parte de un tercer Estado constituye una forma de agresión; en especial, durante los procesos electorales, “cada vez más amenazados por la difusión deliberada, a gran escala y sistemática, de desinformación que persigue influir en la sociedad con fines interesados y espurios”. Aunque no menciona casos concretos, la interferencia rusa ha quedado acreditada en la campaña electoral estadounidense de 2016, que dio la victoria a Donald Trump, o en el referéndum del Brexit, en el mismo año.
A la hora de definir la desinformación, el texto se remite a la definición de la Comisión Europea: “Información verificablemente falsa o engañosa que se crea, presenta y divulga con fines lucrativos o para engañar deliberadamente a la población, y que puede causar un perjuicio público”. Eso incluye los procesos electorales, pero también sectores como la salud, el medio ambiente o la seguridad. Así se ha evidenciado, subraya, con motivo de la actual pandemia de covid-19, acompañada de una “infodemia [proliferación de noticias falsas] sin precedentes”.
En aplicación del plan de acción aprobado por la UE en diciembre de 2018, que instaba a los Estados miembros a desarrollar sus capacidades para hacer frente a este fenómeno y a coordinarse entre sí, el Gobierno dio luz verde en marzo de 2019 a un primer protocolo que no se hizo público. El aprobado ahora actualiza y saca a la luz el sistema español de lucha contra la desinformación.
Al frente del mismo sitúa un comité permanente, coordinado por la Secretaría de Estado de Comunicación y dirigido por el Departamento de Seguridad Nacional, con el objetivo de “asegurar la coordinación interministerial en el ámbito de la desinformación”. De este comité forman parte el servicio secreto CNI (Centro Nacional de Inteligencia); el Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad; la Dirección de Comunicación, Diplomacia Pública y Redes del Ministerio de Asuntos Exteriores; o la Secretaría de Estado de Transformación Digital e Inteligencia Artificial del Ministerio de Economía.
El documento reconoce que “los medios de comunicación, las plataformas digitales, el mundo académico, el sector tecnológico, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad en general juegan un papel esencial en la lucha contra la desinformación, con acciones como la identificación y no contribución a su difusión, la promoción de actividades de concienciación y la formación o el desarrollo herramientas para su evitar su propagación”. Sin embargo, las asociaciones profesionales de periodistas o de medios de comunicación no estarán representados en este sistema, por lo que la decisión sobre qué es o no una campaña de noticias falsas queda exclusivamente en manos de la Administración.
El texto solo indica que “las autoridades competentes podrán solicitar la colaboración de aquellas organizaciones o personas cuya contribución se considere oportuna y relevante en el marco de la lucha contra el fenómeno de la desinformación”.
El protocolo establece cuatro niveles de activación del sistema. El primero, de carácter técnico, consiste en la monitorización y vigilancia de la red, para detectar y analizar las campañas de desinformación, investigar su origen y propósito, seguir su actividad, lanzar una alerta temprana y elevar el caso a un nivel superior o archivarlo, en función de su trascendencia (grado de expansión de las noticias falsas, persistencia en el tiempo y posibles efectos).
En el segundo nivel, se realiza el seguimiento y evaluación de la campaña de noticias falsas por parte de la Comisión Permanente contra la Desinformación, se activa una célula de coordinación y, si persiste su gravedad, se eleva al “nivel político-estratégico”, que corresponde al Comité de Situación o Gabinete de Crisis del Gobierno, ya en el tercer nivel. Al cuarto y último corresponde la “respuesta política” por parte del Consejo de Seguridad Nacional, que puede ir de la protesta diplomática a la denuncia ante un organismo internacional, entre otras, cuando la autoría de la campaña de desinformación puedda atribuirse a un Estado extranjero.
Respecto a las actuaciones para hacer frente a las noticias falsas, el protocolo menciona el intercambio de información con el Sistema de Alerta Rápida (SAR) de la UE y la coordinación con los StratCom (Centros de Comunicación Estratégica) europeos para la identificación y análisis de “eventos desinformativos”. También prevé la realización de campañas de comunicación pública por parte de la Secretaría de Estado de Comunicación para tratar de contrarrestar las noticias falsas.
En cambio, no menciona la posibilidad de hacer gestiones ante las grandes compañías tecnológicas para que eliminen de sus plataformas contenidos vinculados a campañas de desinformación. Esta es una práctica común de todos los gobiernos, aunque la última palabra la tienen los gestores de las redes sociales.
En realidad, las medidas incluidas en el protocolo se vienen aplicando desde hace tiempo, ya con el anterior Gobierno del PP, que monitorizó las redes para detectar las campañas de intoxicación informativa ligadas al proceso independentista catalán.
El documento anuncia la elaboración de una futura Estrategia Nacional de Lucha contra la Desinformación y la realización de simulacros, tanto a nivel nacional como europeo, para poner a prueba la eficacia del sistema. Como en el Ejército (no en vano, el departamento de Seguridad Nacional está dirigido por un general), se trata de preparase con ejercicios y maniobras para un nuevo tipo de guerra: la guerra de la desinformación.
CASADO DENUNCIA AHORA LA CREACIÓN DE UN MINISTERIO DE LA VERDAD
El PP ha acusado al Gobierno de vigilar a los medios de comunicación y perseguir lo que decide por su cuenta que es desinformación. "No solo atacan a la prensa crítica y señalan a periodistas, sino que crean un orwelliano Ministerio de la Verdad. Un ataque intolerable a la democracia", ha declarado su líder, Pablo Casado. El PP exige la retirada inmediata de la orden ministerial y ha pedido la comparecencia urgente en el Congreso de la vicepresidenta Carmen Calvo y del jefe de Gabinete del presidente, Iván Redondo, para que den explicaciones sobre lo que llaman “el escándalo de las fake news”. Sin embargo, el PP ya planteó algo parecido cuando estaba en el Gobierno. En 2017, bajo el mandato de Rajoy, incluyó las “campañas de desinformación” como amenaza para la Seguridad Nacional. En diciembre de ese año, el PP registró en el Congreso una proposición no de ley con propuestas para combatir las fake news, como que los servicios de seguridad tuvieran sistemas de “vigilancia, monitorización, mitigación y respuesta ante acciones extranjeras destinadas a cuestionar y debilitar la confianza en las instituciones públicas”. El entonces portavoz popular en la Cámara baja, Rafael Hernando, alegó que durante el referéndum ilegal del 1-0 en Cataluña se difundieron noticias falsas con robots informáticos. "Podemos comprobar cómo a través de la difusión masiva y artificial de noticias falsas”, advirtió meses después la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, "se cuestiona la imagen de gobiernos democráticos y el proceso de integración de la UE". En marzo de 2018, el Gobierno de Rajoy nombró a una embajadora en misión especial para combatir las noticias falsas y otras amenazas híbridas, Julia Olmo. Ese mes, el Congreso rechazó una iniciativa del secretario general del PP, Teodoro Garcia Egea, que instaba a comprobar la veracidad de las noticias que circulan por la red y garantizar su "sellado o descalificación" en caso de ser falsas. El PSOE calificó la iniciativa de “recorte de libertades” y "censura”. Para Unidas Podemos, era "una ofensiva clara contra la libertad de expresión".